2.- Anecdotario por Fernando Arranz
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A continuación hemos seleccionado algunas de las muchas anécdotas con las que nos hemos encontrado a lo largo de estos años y que pasan a formar parte de la leyenda que rodea a estos increíbles animales.
Ni que decir tiene que ninguna de ellas tiene el mínimo fundamento científico y no son más que fruto de la invención de la gente con intención de asustar, llamar la atención o de una desbordada imaginación o superstición.
Sólo hay que recordar que la serpiente ha estado maldita desde el principio de los Tiempos, allá por la época de Adán y Eva, y por lo tanto perseguida y masacrada desde entonces y a pesar de ello y del hombre, ha sobrevivido al exterminio.

Andalucía es una tierra dada a este tipo de leyendas. Estas que vienen a continuación son historias habituales por allí.

Si coges una víbora con la mano izquierda no te muerde. Sin embargo, si lo haces con la derecha sí. Y esto es debido a las cargas eléctricas que tenemos en los brazos.

También cuentan que por la mano izquierda soltamos electricidad. Si tocas unan víbora con ella, se queda atontada.

Si miras a una víbora sin pestañear, ni se mueve. Pero en el momento en que lo hagas, te morderá.

Si tocas una víbora y te vas, te perseguirá hasta conseguir morderte, a modo de venganza. También es habitual oír que las viboras saltan del suelo para morder. Esto no es más que una exageración del rápido movimiento que hace una víbora al lanzarse para morder.

Una muy buena que nos contaron en Sevilla fue la siguiente: un chico estaba cortando un alcornoque cuando le mordió una vibora en el dedo. Entonces para evitar males mayores, decidió cortárselo. Ese mismo día, su novia regresó a buscar el dedo porque aún conservaba el anillo de compromiso. Pero en ese momento una avispa que lo estaba mordisqueando se sintió amenazada y se lanzó a por ella. Le picó en la frente y como el dedo estaba envenenado de la picadura de la víbora, la chica murió. Retorcido pero lo cuentan como si lo hubiesen visto con sus ojos.

En otra ocasión nos contaron de un hombre que se estaba echando la siesta y cuando se despertó se encontró una víbora enrollada en su cuello. Debía ser que tenía intención de comérselo.

También nos hablaron de un hombre que bajó al pueblo chillando y sacándose una víbora de la boca.

Un poco más refinada y científica, pero no por ello menos falsa es la que dicen que sólo tienen “berruga” (así llaman allí al cuerno del morro) los machos.

En esta línea, en Andalucía tienen la creencia de que las víboras tienen la costumbre de pasar 3 meses en el río, 3 meses escondidas y 3 meses en lo alto de la montaña. También las suelen ubicar según épocas, subidas en las jaras, en el suelo o escondidas. Suponemos que alargan cada etapa hasta completar el año.

Es habitual oir que las crías de víbora recién nacida devoran a la madre. También se suele escuchar que una víbora es capaz de derribar a un pájaro en vuelo para comérselo. Esto se hace extensible también a todo tipo de culebras.
Todas estas no son más que leyendas falsas, inventadas por unos y creídas a pie juntillas por otros, que se han transmitido y engordado con el paso de las generaciones hasta convertirlas en un credo sagrado que te cuentan y creen como algo absolutamente cierto y que han visto con sus propios ojos.

En Orense identifican a las víboras por la "corbata" que tienen en el cuello. Tan aprendido se lo tienen que es costumbre acompañar la descripción de la serpiente con un gesto en forma de pajarita de vestir a la altura de la garganta. Nos llevó tiempo entender que en realidad se estaban refiriendo a una culebra de la clase Natrix Natrix, de las que se conocen popularmente como culebras de collar, en vez de a una típica víbora. No tenemos claro si el esfuerzo que nos tomamos en desmentirles esto habrá servido para evitar futuras confusiones.

También es muy común que lo primero que te contesten cuando preguntas por víboras es esta frase "Uy, ayer maté una ahí mismo". Este es el pan nuestro de cada día que se repite hasta la saciedad y en cualquier pueblo de la Peninsula sin distinción geográfica. Si esto es desagradable e ingrato, más lo es comprobar que en muchas ocasiones lo que han matado ha sido una pobre culebrilla de escalera o de agua. Así que si la muerte de un animal ya es de por sí, absurda, cruel, injusta, ignorante e innecesaria, la muerte por equivocación roza lo sub-animal, si es que este estado del raciocinio se llegase a contemplar.
También hay otro tipo de anécdotas no relacionadas directamente con las víboras pero cuando menos graciosas y dignas de ser contadas.

En Guadalajara encontramos a un hombre que nos contó que en lo alto de una pequeña colina habitó durante años una culebra bastarda de 4 metros de longitud (ninguna pasa de 2 metros y medio como mucho), pero lo más gracioso es que dicha culebra tenía pelo.
En Sevilla creen que los lagartos macho persiguen a las mujeres que estén durante el periodo. Aquí también nos contaron que si tocas una salamanquesa te quedas calvo.

Otra muy graciosa de Sevilla es la de una familia que estaba haciendo café. En ese momento cayó un eslizón en la cafetera y murieron todos envenenados.

Otra curiosísima y muy repetida en casi todas las provincias es la creencia de que hay gente dedicada a lanzar serpientes en sacos desde helicópteros. Incluso nos encontramos a un hombre que nos aseguró que se acercó a ver el saco y que de él salieron dos culebras. Se supone que esto lo hacen para acabar con las plagas de roedores. Bueno, la única política real que se está llevando a cabo es la de regar de veneno el monte a falta de buena campañas concienciadoras de educación ambiental. Por otra parte, jamás hemos conocido a nadie que se dedique a criar serpientes de ningún tipo en tal cantidad como para luego tomarse la molestia en lanzarla desde el aire. También nos hemos encontrado con gente que nos aseguraba que en España hay serpientes de cascabel. Debe ser que ha coincidido ver una culebra mientras oye el ruido de la chicharra o de un saltamontes en celo.

Y de las más curiosas es haber conocido a un hombre de un pueblo de Ciudad Real, que hasta en dos ocasiones en su vida comió lince ibérico. Hoy en día es algo totalmente impensable.

Un poco más dramático, aunque también vale como anécdota de cuál es la mentalidad de la gente, es la que nos ocurrió en otro sitio, cuando nos encontramos un guarda forestal que, atraído por nuestra presencia, vino a darnos unas “indicaciones” del comportamiento que debíamos tener en la zona por la que estábamos. Al preguntarle por la presencia de víboras, su respuesta fue -literal-: “Este año aún no he matado ninguna.”. ¿No es desalentador empezar un día así?.

En esta línea, recuerdo otro hombre que conocimos en Burgos. En cuanto le hablamos de nuestro interés por las víboras, le faltó tiempo para decirnos que a él no le fuésemos contando historias de ecologismo ni nada parecido. Que él, animal que veía, animal que mataba, y que no le íbamos a cambiar de forma de pensar. En ese momento, decidimos que lo mejor era despedirnos y marcharnos.

España es un país privilegiado para la observación de reptiles. Aunque, desgraciadamente cada día menos. Hay pueblos de Andalucía donde han extinguido a los lagartos. Durante décadas han estado cazándolos, bien para comerlos, bien por diversión, hasta que no han dejado uno. En otros sitios del norte de España, incluso en zonas declaradas como Parques Naturales protegidos, es fácil encontrar salamandras muertas, aplastadas, suponemos que por la falsa creencia de que son peligrosas, a juzgar por el contraste de colores, el negro y amarillo en la salamandra común. Sin embargo y a pesar de que tiene la capacidad de secretar por su piel una sustancia tóxica cuando se siente acosada por un depredador, este interesante animal no representa ninguna amenaza para el hombre.

Pero sería necesario ir literalmente pueblo por pueblo explicando la diferencia entre una coronella, una natrix y una latastei y la importancia de su conservación. Pero desgraciadamente hay una generación, cada día más pequeña, que tiene grabado a fuego ese odio visceral y las menguadas poblaciones de reptiles pueden dar fe de ello.

La educación, que en este país sigue siendo la eterna asignatura pendiente, lo es mucho más a nivel medioambiental. A pesar de ello, sí que es cierto que se nota cierto cambio en la tendencia y no es raro encontrar gente que entiende que los reptiles son necesarios en la pirámide alimenticia y por tanto su conservación es fundamental.

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